Comiendo una hamburguesa en Shake Shack (Nueva York)

Shake Shack
691 8th Avenue
New York City

Señoras y señores les presento a la hamburguesa con la que más he disfrutado en toda mi vida. Ella llegó a mí para alegrarme una noche lluviosa y tormentosa en Nueva York. Como si de una inyección de energía y felicidad se tratara, todo el cansancio, típico de cualquier turista que se quiere comer la ciudad, se esfumó cuando la hamburguesa de Shake Shack entró en mi boca. Sólo de pensarlo ya estoy salivando.

Llegamos a Shake Schack buscando la hamburguesería más cercana a nosotros cuando de repente se nos puso a llover estando por la oeste a Times Square. Cuando llegamos, había una cola larguísima que salía por la calle y la gente se amontonaba con sus paraguas e impermeables. Buena señal. Hicimos la susodicha cola y efectivamente, mereció la pena.

A la izquierda, la hamburguesa Shack Stack . A la derecha, la Shackburger.
En la carta hay hamburguesas, hot dogs, patatas, batidos y una infinidad de bebidas (¡hasta vino y todo!).  Nosotros nos decidimos por dos de sus especialidades, la hamburguesa Shackburger y la Shack Stack, una hamburguesa con la carne rebozada. 

Lo mejor de estas hamburguesas es, como no, la calidad de su carne. Según sus indicaciones, está elaborada con carne de ternera Angus no tratada, la reciben en sus locales diariamente y está poco hecha a menos que se indique lo contrario. ¡Y ya digo yo que estaba en su punto porque recuerdo perfectamente cómo chorreaba la carne!
Se avisa con un mando vibratorio de que el pedido está listo, ¡genial!
Como curiosidad, el local dispone de comida para perros también. Si no quieres que tu mascota te mire con cara de pena mientras tú te comes la hamburguesa, lo mejor es comprarle uno de los caprichos en forma de galleta que venden en Shake Shack. Todo un detalle.

Precio (2 personas): $23,25 que vienen a ser unos 18 euros aproximadamente, para dos hamburguesa, dos raciones de patatas y dos refrescos. Los pagamos más que gustosamente; ciertamente volvimos a esta hamburguesería otra noche más sabiendo que no íbamos a volver a probarla en tiempo... Hacedme el favor de probarla si vais a Nueva York ^_^

Bonnie Slotnick Cookbooks (Nueva York)

Bonnie Slotnick Cookbooks
163 West 10th Street
New York, NY
www.bonnieslotnickcookbooks.com



Si me preguntáis con qué lugar de nuestro viaje a Nueva York me quedo, os responderé que el lugar que me cautivó y en el que me hubiese quedado horas, fue esta pequeña librería del barrio Greenwich Village. Bonnie Slotnick Cookbooks es un lugar de lo más peculiar. Dedicada íntegramente a la venta de libros de cocina, su dueña (Bonnie Slotnick) recopila libros de recetas y gastronomía de cualquier época y tipo. 


Seguramente se trate del sitio donde más libros antiguos de cocina haya visto. Bonnie además se muestra muy amable a la hora de encontrarte un libro. En nuestro caso le preguntamos por varios (¡de ahí no podía salir yo sin al menos un par de libros!!) y se mostró de lo más atenta y busco y rebuscó para ofrecernos diferentes opciones. 

Si la visitáis no esperéis encontraros con un gran local, la tienda es muy pequeñita.Tampoco destaca por su orden (aunque su dueña sabe perfectamente dónde para cada libro) pero ello convierte a esta pequeña librería en un sitio con mucho encanto. Evocando a las librerías de antaño, los libros están apilados en el suelo y en diferentes rinconcitos de la tienda.

¿Conocéis alguna librería así por Barcelona o en alguna ciudad española? Hablando con Bonnie, nos explicaba que en la zona donde se ubican quieren mantener viva la filosofía del pequeño negocio y cierto es que si se pierden sitios como este, se pierde mucha magia. Por lo que nos contaba, su librería es bastante conocida por Estados Unidos y muchos autores de libros de cocina, americanos claro, le envían directamente sus libros cuando los publican.

Vamos, una joya de librería gastronómica.


 

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Limonada casera con menta

 Nunca me había pasado. Nunca me había quedado sin hambre por culpa del calor y este verano así ha sido. Insoportable. Estoy bebiendo litros y litros de agua fresca al día porque es lo más sencillo para aliviar algo estas temperaturas. Para comer, en cambio, utilizamos el gazpacho que es lo que mejor nos entra en el cuerpo. 

Pero hace un par de semanas decidí cambiar el método para hidratarnos. Se me antojó una limonada como merienda y probé a fabricárnosla nosotros mismos. Resulta que en un par de locales había tenido muy buenas experiencias con limonadas naturales y yo no iba a ser menos; quería ver cómo nos quedaba en casa.

La base de la receta la saqué del blog del Comidista, una receta que publicó hace dos veranos y que yo hasta ahora no había leído (¡y eso que lo sigo hace mucho!). Leí que su limonada era algo más agria de lo habitual y como a mí me encanta ese punto agrio del limón, he cogido prestadas parte de sus instrucciones.



Ingredientes:

4 limones
200gr de azúcar
1cc de sal
1 rama de menta
1 docena de cubitos de hielo
1 l de agua

Para hacer esta receta lo suyo es que los limones sean sin encerar (de los que no brillan); en el caso de que no pueda ser así se pela la piel y no se utiliza para hacer la limonada. En el caso de que sean sin encerar, se limpia bien la piel y se añade. Si se quiere menos amarga, basta con desechar la parte blanca de los limones.

Cortar los limones en trozos y triturar bien junto a medio litro de agua, la mitad del azúcar y la mitad de los cubitos de hielo picados. Colar y reservar. A la pulpa que ha quedado añadimos el azúcar restante, el otro medio litro de agua, media rama de menta y la otra media docena de cubitos. Triturar de nuevo y colar. Sumar al zumo anterior y añadir la sal. 

Se puede servir enfriándola en la nevera al menos una hora pero yo recomiendo dejarla reposar en la nevera al menos un día porque al día siguiente está mucho más rica. Añadir más hielo picado y el resto de hojas de menta a la hora de servir.

Bebiendo cerveza y sidra en Blue Anchor (Londres)

Blue Anchor
13 Lower Mall
Hammersmith
W6 9DJ London

Reconozco que no soy amante de la cerveza pero, en cambio, sí que soy fan del ambiente que la cerveza crea. Porque parece mentira pero esta bebida da vida en muchas partes de este planeta (todos conocemos la famosa Oktoberfest) y en Londres no iba a ser menos.

Tenemos unos amigos trabajando allí y, como buenos conocedores de su actual ciudad, una tarde nos llevaron a tomar unas cervezas a Blue Anchor, un bar situado a la orilla del río Támesis en el barrio de Hammersmith. Si no hubiese sido por ellos, nosotros en plan turista no hubiéramos visitado esta parte de la ciudad y sinceramente es algo que cualquiera que visite Londres no debería perderse. Las vistas al atardecer son preciosas desde este lado de la ciudad.
 
 
 
 


En el Blue Anchor, y como en muchas otras tabernas inglesas, también se puede comer pero nosotros no lo hicimos porque ya teníamos planificado otro lugar. A diferencia de la gran mayoría de bares españoles, por los pubs de Londres lo más usual es encontrarte con diferentes variedades y marcas de cerveza ¡se puede escoger! 

Y si no eres gran amante de la cerveza como me ocurre a mí, siempre podrás recurrir a la sidra (cider en inglés). La sirven, al igual que las cervezas, tanto de botella como de barril y sin escanciar. El sabor de la sidra inglesa tiene poco que ver con la que se sirve por el norte de España; a nosotros nos pareció menos amarga, más dulce y más parecida a la cerveza. Yo la probé y ya no la solté... de verdad qué rica.

Yo, el mundo y Marte

Hoy no toca receta, tampoco hablar de ningún restaurante. Hoy toca hablar de mí porque para eso es mi blog. La verdad es que no suelo explicar mucho sobre mí por aquí pero estos días necesito escribir y desahogarme y qué mejor sitio que éste para hacerlo. Y qué suerte que tengo de tener algo así.

Porque un blog se distingue de las demás páginas web en el carácter personal del mismo. Detrás de un blog hay alguien y ese alguien siempre le está poniendo sentimiento y ganas a lo que escribe; pocas (y deberían ser muy pocas) veces lo hace simplemente por enseñar algo, siempre se trata de compartir un sentimiento, una experiencia, algo... Un blog enseña partes de su autor y eso es quizás lo que lo hace más especial, que se trate de un cachito de uno mismo.

Y de uno mismo es precisamente de lo que quiero hablar. A mí parece que últimamente me están arrebatando parte del uno mismo o por lo menos es así como me siento o como me hacen sentir. Me explico. Llevo menos de dos meses en paro, sí, EN PARO y aunque al principio esas palabras y la situación de desempleo me daban pánico, lo llevo bien. Es más, yo lo escogí así, y hasta el momento no me arrepiento. Y lo escogí porque mi mundo, mi yo se estaba yendo a pique. Me sentía ahogada, me sentía estancada, apática, vacía y cada día que pasaba, más ilusiones perdía.. No sé bien las razones de ello pero lo único que tenía claro por entonces, es que quería un cambio. Y así lo hice.

No me arrepiento a diferencia de lo que puedan pensar algunos. Aun así es duro. Es duro pasear por la calle y encontrarte a alguien que te pregunte cómo estás y, acto seguido sin dejar responder, te pregunte si te va bien el trabajo.. y veas que la cara le cambia cuando dices que ya no trabajas. Es duro escuchar siempre las mismas frases: "es que con los tiempos que corren", "es que el que más y el que menos", "es que los que tienen trabajo tienen una suerte", "es que son tiempos duros"... Pues yo lo siento pero a todos ellos les diré que la vida no es tan mala a menos que tú te la plantees y la visiones de forma pesimista. Que sí, que tener trabajo está muy bien y que el dinero es lo que hace que puedas sobrevivir, pero no vivir. Señores, MI SALUD y yo estamos bien, gracias.

El problema viene cuando a una persona de mi calibre (pongámosle un toque de humor a toda esta parrafada), alguien con ambiciones, con ganas de comerse el mundo y parte de Marte, con la mente inquieta y creativa, con ganas de trabajar y sacarle beneficio a todo lo que se le cruce por el camino, se le cierran las puertas antes de abrirlas. No puede ser que el primer día de llegar a la maldita oficina de empleo, el señor que me atienda me quiera enviar a Finlandia a trabajar: "es que una ingeniera con idiomas viviría muy bien allí." Sí, todo lo que usted quiera señor pero ¡yo quiero estar con mi familia sabe! No puede ser que una se informe y pregunte por las formas de crear empresa, crear negocio en este maldito país y sólo hagan que decirle que es muy duro, que no son buenos momentos y que hacen falta muchos dineros...

Pues bien, así estoy. Intentando luchar conmigo misma para que no me arrebatan más estas ganas de vivir que tengo. Menos mal que como ya dije en el único post que he escrito sobre mí hasta el momento, aquí estoy con mi familia, mis amigos y todos vosotros. Que si fuera por el resto del mundo, con el pesimismo con el que vivimos, yo ya me iba con los marcianos a Marte a crear empresa.

La Picoteca (Terrassa, Barcelona)

La Picoteca
c/ Raval de Montserrat, 23
08221 Terrassa (Barcelona)
Tel: 93 707 15 19

El día en Terrassa dio mucho de sí y es que esta ciudad tiene miga. Después de desayunar en Milch&Zucker y acudir al curso de panes italianes en Espai de Cuina, aquí una servidora pensó que lo mejor era rematar la mañana con una comida en el mismo Terrassa. 

Reservando con antelación por si las moscas, acudimos a La Picoteca en el centro de esta ciudad. Nos costó encontrarlo y eso que es bien fácil pero con hambre y un principio de costipado parece que los sentidos se nos descontrolan. El local no es muy grande pero nos gustó que estuviera distribuido en pequeños espacios diferentes: una barra frente a los cocineros estilo show-cooking, una sala más tranquila y una pequeña terraza con más luz que fue donde nos colocaron a nosotros.

Se trata de un lugar de platillos y así comimos nosotros:

Muy buen pan
Boquerones caseros con vinagre agridulce, diferentes a los habituales, más lights
Berenjenas fritas con alioli de miel, impresionantes 
Juanito de ternera gironina, con buenas patatas caseras (un poco menos hecha la carne hubiese estado mejor!)
Steak tartar con patatas, eligiendo previamente cuán de picante se quiere, ¡ole!
Tarta Sacher, bien
Yogur de oveja con toque de violetas, muy bueno
Cajita de infusiones, ¡esto sí que es cuidar a los que no tomamos café!

Precio (2 personas): 47,10 €. Aunque pueda parecer que fue poca comida para el precio pagado, no fue así; nos quedamos más que satisfechos. Nos parecieron un poco elevados los precios de los postres, muy similares en algunos casos a los de los platos de carta. Tratándose de un sitio de platillos, quizás le pegue más tener unos postres con precios más ajustados.

Aun así repetiremos para poder probar unos platillos, como las croquetas de butifarra o el pulpo a la brasa, que nos quedamos sin probar!

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Salmorejo

 
Recién llegada de tierras gallegas, el golpe de calor que me ha pegado al llegar a Barcelona ha sido horroroso. Este calor tan bochornoso me tiene un poco en modo off y eso que yo he llegado con las pilas recargadas de Galicia.

Creo que lo mejor será intentar zambullirme en cualquier agua que tenga cerca ya sea la piscina de al lado de casa, el mar o mi propia bañera, y alimentarme con cosas fresquitas que hagan que mi cuerpo se active un poco. Sólo pido que al que se le haya olvidado cerrar el horno de la cocina con la temperatura a tope que no tarde mucho en cerrarla porque sino esto nos va a dejar con poquitas fuerzas para afrontar el agosto.

Ahí va una receta refrescante y una buena alternativa al gazpacho. La receta es una versión extraída de Recetas de Rechupete, un blog de recetas de, precisamente, un gallego. Para mí, el truco del salmorejo es el pan con el que se elabora, además de la calidad de los tomates; por suerte yo encontré molletes en el supermercado de debajo de mi casa.

Salmorejo

1 kilo de tomates maduros
150ml de aceite de oliva
medio diente de ajo
180gr de pan de molletes
10gr de sal

Pelamos y cortamos los tomates para poder triturarlos bien. Colamos esa salsa para eliminar la piel y semillas. Añadimos al tomate el pan a trozos y dejamos reposar esa mezcla unos 15 minutos. Añadimos el medio ajo picado (quitando el centro si no queremos que pique), el aceite y la sal y trituramos de nuevo.

Servir bien frío, se puede acompañar de tiras de jamón y/o huevo duro.

Risotto al pesto fácil

El título de esta entrada es algo extraño porque considero que un risotto nunca es fácil de cocinar. Cocinar este tipo de arroz requiere paciencia, tiempo, cariño y cuidado. ¿Y porqué pongo entonces fácil en la receta? Pues porque el sabor a pesto se lo he añadido de una manera muy sencilla: utilizando el queso pesto verde del que ya hablé por aquí.



Ingredientes:

3 cs de mantequilla
1 cs de aceite de oliva
1 cebolla picada
280 gr de arroz arborio
1,2 l de caldo de pollo
120 gr de queso pesto verde
50 gr de queso pesto verde rallado
pimienta
sal

 
En una cazuela derretimos las 2 cucharadas de mantequilla con el aceite a fuego lento. Rehogamos la cebolla removiendo de vez en cuando hasta que la cebolla esté tierna. Añadimos el arroz y removemos para que se empape bien del aceite y la mantequilla. Rehogamos sin dejar de remover durante unos 2 minutos o hasta que los granos se vean transparentes.

Vertemos el caldo, calentado previamente, cucharón a cucharón removiendo tras cada incorporación y hasta que el arroz embeba el líquido. Cuando acabemos con el caldo, subimos de fuego a fuego medio para que borbotee. Salpimentamos al gusto. Cocinamos unos 15 minutos o hasta que veamos que el arroz está cremoso. Sacamos del fuego y añadimos el resto de la mantequilla y los 120 gramos de queso pesto verde. Removemos bien.

Servimos acompañándolo del queso pesto verde rallado.

El barrio chino de Londres

En menos de un año he visitado tres barrios chinos de diferentes ciudades y países. El otoño pasado, en nuestro maravilloso viaje por tierras argentinas, revoloteamos toda una mañana por el barrio chino de Buenos Aires. Hace un par de meses anduvimos por Londres y pisamos también su famoso Chinatown. Y el último ha sido el más que famoso de NY, donde además de pisarlo lo degustamos.

Las fotos de hoy son del barrio chino de Londres. Quizás lo más curioso y llamativo de este barrio son los patos tostaditos que cuelgan en las ventanas de algunos restaurantes. ¿Será una manera de captar clientela? ¿Serán de verdad todos ellos? ¿Se utilizarán para comer también? Además esta vez me fijé en que a estos lindos patos chamuscados les acompañan unas extrañas sepias anaranjadas... ¡¿anaranjadas?!

Pasen y observen.

 
 
 
 
 
 
 

Helado de queso Philadelphia, galleta y fresones

 
En estos dos últimos viajes que hemos hecho, además de traerme algunos kilos de más en mi cuerpo, aproveché para comprarme algunas revistas de cocina. En ambas ocasiones las compré en el último momento en el aeropuerto y, sinceramente, ahora me arrepiento de no haber cogido más. Tanto las revistas  de cocina americanas como las inglesas están llenas de recetas actuales, fotografías de infarto, trucos y mil explicaciones, ¡son buenísimas! Ojalá las revistas de cocina que venden por aquí se asemejaran a ellas...

La receta de este helado hecho con queso Philadelphia, galletas y fresones la he sacado de Bon Appétit del mes de julio. Es muy pero que muy sencilla. Las medidas las he convertido porque venían en sistema anglosajón:

Ingredientes:

230gr queso Philadelphia
395gr de leche condensada
83gr de nata líquida
2 cs de limón exprimido
10 fresas o fresones
3 galletas (preferiblemente tipo Digestive)

Deshacemos el queso Philadelphia en el modo descongelar del microondas. Mezclamos bien junto a la leche condensada, nata y limón exprimido y batimos a velocidad baja hasta que quede cremosa la mezcla. Dejamos unas 4 horas en el congelador.

Sacamos del congelador y batimos de nuevo hasta que quede cremosa. Añadimos las fresas o fresones en trozos con las galletas desmenuzadas (al gusto, mejor trozos grandes). Batimos de nuevo a velocidad baja. Dejamos en el congelador unas 8 horas.

Para servir, lo sacamos un par de minutos antes.

Desayunando en Stage Door (New York)

Stage Door
5 Penn Plaza
Corner of 33th Str. and 8th Ave.
New York, NY

Sí, el destino que elegimos para las vacaciones de este año ha sido Nueva York. Era una de las ciudades que teníamos pendientes y este verano nos hemos decidido a cruzar el charco para recorrer sus múltiples calles y comer, comer y comer. Porque a nosotros lo que nos mueve es la comida ;-)

Aquí una servidora se pasó toda la semana anterior al viaje recopilando información de amigos, guías, blogs y revistas para poder llegar allí y saber exactamente qué era lo que no nos podíamos perder. Para el tema restaurantes confeccioné un plano extragrande señalando con rotuladores de colores todos los locales que había visto y oído y así poder saber dónde desayunar, comer o cenar en función del barrio en el que estuviéramos. Nos gusta ir sobre seguro (o casi seguro) en ese tema, ¿se nota no?

 
En realidad, para comer por Nueva York no hay problema ninguno; en cada calle y esquina, estés donde estés, habrá la posibilidad de comer ya sea de restaurante, a base de comida rápida o en un puesto callejero. Y eso ocurre para desayunar, comer o cenar. Increíble. Aunque parezca algo trivial, no todas las ciudades poseen esta cualidad. 

En nuestro queridísimo plano (lo guardaré como recuerdo, ¡vale su peso en oro!) apunté lugares cercanos al hotel para poder desayunar. Tuvimos mucha suerte porque a dos calles de nuestro hotel tenía apuntado el restaurante Stage Door, un lugar que sirve todo tipo de desayunos posibles: tortillas, huevos, waffles, tortitas, bagels, sandwiches, muffins,... y hasta cereales!

Tortilla de tres huevos con queso y patatas caseras
Tortitas (pancakes) con fresas
Siropes y mermeladas para acompañar
Pedimos dos desayunos: uno a base de tortilla y otro con tortitas. El café, el vasito de zumo natural, las tostadas y el agua están incluidos en el precio del desayuno (rondan entre los 7 y 10 dólares). Todo lo que probamos estaba delicioso, a excepción del café acuoso al que los de este lado del charco no estamos acostumbrados.

Precio (2 personas): $17,00 sin propinas (unos 16€ con la propina que dejamos nosotros). Nos pareció un precio razonable por los dos megadesayunos a la americana. Probamos desayunos similares otros días y este fue el más barato de entre todos y, además, el más bueno.


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Tortilla de patatas con calabacín

Últimamente me apunto a cualquier sarao. Pero además si el sarao lo protagonizan los señores de Ole tus Fogones, donde de vez en cuando también participo con alguna que otra publicación, pues me apunto de cabeza. Así que aquí estoy con mi tortilla de patatas con calabacín para el #diadelatortilla.

Por lo visto, lo del calabacín en la típica tortilla de patatas es bastante conocido por los cocinillas y es que le da un gusto más dulce y rico. Probadlo.

 

3 patatas grandes
1 calabacín
2 cebollas grandes
4 huevos
1 cucharadita de azúcar
una pizca de pimentón dulce

Pochamos las cebollas picadas añadiéndole una cucharadita de azúcar y un poquito de pimentón dulce. Por otro lado, cortamos el calabacín en rodajas y dejamos con un poco de aceite de oliva hasta que empiece a dorarse. Reservamos dejando que el aceite en exceso se escurra. Las patatas las cortamos a trozos grandes y las echamos todas a la sartén para freir a fuego medio hasta que empiecen a dorarse. Añadimos un poco de sal y de mientras batimos los huevos. Mezclamos el calabacín, la cebolla y las patatas y cuando esté bien mezclado añadimos el huevo. Lo último que hacemos es poner todo a la sartén y dejar que cuaje para poder darle la vuelta. ¡El último paso siempre es el más difícil en la tortilla!!

Tomando el té en Fortnum and Mason (Londres)

Fortnum and Mason
181 Picadilly 
W1J 9EH London



En realidad nuestra idea era haber disfrutado de un Afternoon Tea en algún lugar de Londres pero finalmente ni tuvimos tiempo ni cuadramos fechas con nuestros amigos. Así que esta merienda en Fortnum and Mason fue lo más parecido a ello porque además tuvimos la suerte de estar rodeados de familias que sí que estaban disfrutando del té de tarde.

 


Teníamos hambre (¡cómo no!) y vimos que tenían scones sueltos en la carta y como hacía tiempo que queríamos probarlos, nos aventuramos a ello. Seguramente no fueran los mejores scones pero nos sirvieron para darnos cuenta de que son buenos acompañantes para el té e ideales para la hora de la merienda o brunch.

Nos asombró la textura de la mantequilla que nos sirvieron junto a los scones, llamada Somerset Clotted  Cream. Si uno busca la traducción de esta palabra le sale cuajada o nata pero a la vista y al gusto, nosotros creemos que se acerca más a una mantequilla ligera.
Duo of scones
Limonada natural
Té de menta
Otras tartas
Disfrutando del afternoon tea
Scones, mantequilla y mermeladas

Precio (2 personas): £ 17,16. Salió a unos 21 euros tomando únicamente el té de menta, la limonada natural y el plato de scones. Sí, caro, carísimo, pero comparándolo con lo que nos hubiésemos gastado por el afternoon tea para dos es poco, jijiji. Al menos ya podemos decir que disfrutamos de la experiencia típica inglesa de tomar el té de tarde ;-)
También había algún que otro cupcake, como no.

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